Claro está que el nacimiento del fútbol no fue patrimonio de la ciudad capital, sino que a los distintos pueblos fue arribando más temprano o más tarde, pero con sus características tan especiales que incluían la violencia dentro del campo de juego y tras la línea demarcatoria de cada cancha.
Algo de ello ocurrió en la vecina localidad de Crespo donde el 25 de Mayo de 1917 se realizó un partido amistoso entre los equipos de “43 F.B.C.” local (el nombre tiene relación con una marca de cigarrillos) y el “Atlético F.B.C.” de Diamante, resultando triunfadores los primeros, todo lo cual generó una gran euforia y la expectativa cierta para el partido de revancha que se jugó el 19 de junio.
Para esta oportunidad numerosos coches se pusieron a disposición para llevar simpatizantes a la ciudad costera, dentro de un ambiente de sana algarabía. Pero en Diamante la derrota anterior había calado hondo en el ánimo y a la hora del partido los simpatizantes de Atlético, quienes al parecer habían diseñado previamente un plan de presión a sus rivales, reclamaban a viva voz que se presentara con los crespenses “el capitán de Paraná”, al parecer un refuerzo que tuvieron en el partido de ida. Los visitantes protestaron a viva voz por ser inexacto y malicioso aquel planteo, pero todo sirvió para que el ambiente se calentara por demás.
Luego de este incidente comenzó el partido y a los 10´ “43 F.B.C.” logra abrir el marcador, lo que provocó de ahí en más las iras de los diamantinos, quienes comenzaron a dar patadas “de la manera más irregular por no decir brutalmente, dando patadas a diestra y siniestra sin ton ni son”.
Así, con estos ataques furibundos, el goalkiper del Diamante, viéndose perdido, lo tomó al forward de Crespo – el simpático Risso – y lo tendió en el suelo, destruyéndole la camiseta, armándose enseguida un barullo general en el que tomaron parte la policía, oficialidad, el ex intendente municipal, quién desenfundó un tremendo revólver de caballería.
Entonces los de Crespo, que llevan mayoría de triunfos y que indudablemente hubieran ganado ese día fácilmente, abandonaron “prudentemente” las posiciones conquistadas, quedando interrumpidas las relaciones diplomáticas con los alborotadores.
Esto ha producido muy mala impresión entre los espectadores imparciales, mucha molestia para los que se creen con razón, conviniendo entonces que tales hechos no se repitan y que haya en adelante más compañerismo, más desinterés, armonía y justicia en estos bellos deportes” [1].