martes, 20 de marzo de 2012

La primera víctima fatal del boxeo argentino se produjo en Paraná

BOXEADOR ELOY BOYGURO
PROTAGONISTA EN LA MUERTE DE SU RIVAL JOSÉ DELGADO

El sábado 29 de diciembre de 1924 se realizó un hecho que enlutó al deporte en general de la ciudad y se constituyó en el primer caso fatal producido en un match de boxeo en Argentina.  Había un antecedente reciente ocurrido por entonces en la ciudad de Milán, Italia, en que un boxeador había caía por K.O. para no levantarse jamás.

Esta triste tragedia provocó una gran consternación pública, siendo el tema de varios días posteriores en todos los círculos, incluso en los hogares, ya que la noticia de esta muerte dejó en los espíritus el aturdimiento natural que provocan las desgracias. Incluso provocó desencanto la práctica de este deporte, al que se consideraba brutal y violento cuando el público quería satisfacer sus deseos de “ver sangre” a cualquier costo e incitaba a los contendientes a luchar sin miramientos ni compasión, confundiendo lo que realmente es el pugilismo deportivo.

En aquel tiempo se carecía de una organización y controles que, con una reglamentación adecuada, rodeara de garantías y provocara la sensación de una protección legal, para impedir la degeneración de este deporte, ya que en Paraná se venía notando que su práctica estaba desviada por groseros excesos, desde escándalos vergonzosos a este accidente fatal, víctima de un impulso criminal y egoísta, por aquellos que llamamos “amor propio”.

Entre la codicia de los inescrupulosos empresarios y la sed de violencia del público, no se interponían las autoridades con una intervención enérgica para evitar desgracias. Desde hacía un tiempo se venía reclamando a la Municipalidad que dictara una ordenanza reglamentando estos encuentros entre profesionales que andaban detrás de un título, o mejor, de una bolsa. Se comentó con posterioridad que la misma Municipalidad fomentaba los encuentros clandestinos, colaborando con elementos para montar los rings, en lugares donde “casi diariamente la policía hacía irrupción para contener los escándalos que allí se originaban. Así, en esta forma, el deporte fue perdiendo su finalidad y su espíritu, hasta hacer escuela de brutalidad y hasta de perversión de elementos que concurrían a tales espectáculos para cambiar apuestas por dinero, como en los reñideros de gallos o canchas de pelotas”. Sabía ocurrir que los empresarios no tenían empacho en colocar sobre el ring al primer corajudo que se animara a calzar guantes.

Ese sábado 29 de diciembre en el teatro “3 de Febrero”, bajo el calor del entusiasmo desmedido que la lucha pugilística provocaba, el público empujaba con sus gritos a los contendientes para que “se matarán” si fuera posible. “Influenciados por la gritería del público y tocados en el egoísmo que lleva adherido en su espíritu todo hombre, los pugilistas se mantenían en pie únicamente para satisfacer las exigencias de ese mal comprendido amor propio. Materialmente estaban fuera de combate, pero el público pedía, exigía la caída final y estaba atento a los campanillazos de la Asistencia Pública”.

El combate del que participaron Eloy T. Goyburo (dirigido por el conocido pugilista santafesino José Pinasco)  y José Delgado se desarrolló con violencia desde el comienzo. Al iniciarse el 9° round ambos boxeadores estaban totalmente abatidos, manteniéndose en pie a duras penas. “El público incitaba alentando a ambos para que hagan lo imposible y éstos se entregaron a la lucha más bárbara y encarnizada que se haya visto en Paraná. En un cambio de golpes Delgado perdió toda chance y fue perseguido impetuosamente por Boyguro, recibiendo numerosos uppercout que lo hacían tambalear cada vez que lo tocaban. Entre parte del público se insinuó la certidumbre de que los segundos del Delgado tirarían la esponja o el referee suspendería el encuentro. Hasta se pensó en la intervención del médico de servicio o de la policía, que allí estaba impertérrito, viendo consumar la triste obra.

Después de ser acorralado sucesivamente en dos rincones, Delgado recibió el golpe final – un uppercout – que lo hizo caer espectacularmente, de espaldas, golpeándose bárbaramente la cabeza sobre el tablado. Boyguro dibujó sobre su boca un rictus que era de satisfacción y de dolor, y apenas se mantenía en pie, flaqueándole las piernas. Materialmente estaba K.O. de pie. Al ser llevado a su rincón recobró sus facultades a fuerza de masajes y poco después fue exhibido al público; no parecía un hombre; sin embargo, el público, delirante y tembloroso, saludaba en Boyguro al rey de la noche; era un perfecto gladiador romano, después de la lucha cruenta en el circo. Mientras tanto, Delgado era alzado del suelo, donde estaba verde, rígido, como un muerto. Fue tendido sobre el tablado ante el asombro de la concurrencia, que ya había cambiado su ardentía fanática por la estupefacción y el dolor. Se le suministró al accidentado una inyección y al cabo de una hora – como no reaccionaba – una camilla llegó hasta el ring y afuera sonó la campanilla de la Asistencia Pública”.

Luego, José Delgado fue trasladado al Hospital San Martín, donde estuvieron junto a su lecho varios médicos y algunos amigos, pero la ciencia de entonces y todo cuidado fueron inútiles para detener la conmoción cerebral, producida al caer en el ring, de acuerdo a la autopsia realizada por los doctores Icasati y Solari.

José Delgado fallecía a las 7 de la mañana sin haber podido pronunciar palabra alguna. Era de origen español, de 19 años, radicado en Rosario. Había ingresado a la Escuela del boxeador Plaisant en 1918, habiendo hecho su primer combate como aficionado recién en 1921. En 1922 derrotó a varios profesionales de su categoría peso medio mediano, por lo que le valió la posibilidad de conquistar en 1923 en título de Campeón Rosarino.  Estuvo inscripto para el Campeonato Sudamericano, pero no pudo participar por otros compromisos.

Era hijo único de madre viuda, por lo tanto su único sustento. Hacía poco que un hermano había fallecido ahogado y su única hermana había dejado de existir en Buenos Aires. Su madre nunca pudo ver fallecer a sus hijos. Por tercera vez la viejecita que vivía en los alrededores de Rosario, Santa Fe, tuvo que recibir una dramática noticia, que le hizo sufrir una preocupante crisis al conocer la noticia; de cuatro hijos le quedó únicamente una hija casada con José García, domiciliado en la misma ciudad.

Pese a la barbarie ocurrida, hubo solidaridad ante este deceso, ya que miembros de la Asociación Bancaria ofrecieron su local social de calle San Martín para que fueran velados los restos del  infortunado deportista, donde se instaló la capilla ardiente a partir del domingo 30 de diciembre por la tarde. Los pizarrones de los diarios informaron del suceso, por lo que se notó una gran afluencia de público que desfiló por el velatorio para demostrar una inmensa sensación de pesar. “Allí desfilaron grandes y chicos sin distinción de banderías, de colores políticos, ni de sectas, miembros de nuestra más distinguida sociedad, junto a personas humildes; todos, en fin, con el único propósito de testimoniar el dolor causado por el fallecimiento del joven pugilista de gran corazón y de enérgica valentía.” También el propio Eloy Boyguro, que quedó detenido en su casa con custodia policial, se mostró apesadumbrado por el inesperado final de su adversario y donó la bolsa que le correspondía para atender los gastos de su traslado.

El lunes 1° de enero a las 16:30 horas fueron embarcados hacia Rosario en el vapor “Sol Argentino”  los restos de José Delgado, que fueron conducidos “a pulso” en homenaje al caído, con guardia de honor de un pelotón del cuerpo de bomberos  y acompañados por una gran columna de vecinos de Paraná. Una vez embarcado el féretro, hizo uso de la palabra el señor Tito Ordoño en nombre del Paraná F.B.C. y luego se desmovilizaron todos en un silencio completo. 

El señor Francisco Urizar, organizador de la pelea, colaboró en todo momento que se lo necesitó y estuvo junto al lecho de Delgado hasta su deceso, junto a E. Garcilazo, Luís de Navasqués y Ramos; también colaboró con dinero para su traslado. Acompañó los restos hasta Rosario el señor Miguel A. Pérez. Numerosos ramos y coronas fueron enviado al velatorio, entre los que se anotaron: Boxing Club Progreso, Asociación Bancaria, Paraná F.B.C., Isauro Piedrabuena, Luís de Navasqués, Francisco Urizar, Alfredo Salcerini, Sinisgalli Hermanos, Familia Ruiz, Luís Ruiz y señora, familia Berraondo, José María Mesón, José Marelli y flia., Francisco Melchor, Francisco Silva, entre otras más. En la colecta popular organizada por los doctores Teófilo Monié y Francisco Martínez Soler y los señores Luís de Navasqués y José Marelli, se recaudaron alrededor de 400 pesos.

El señor Ramos, manager de Delgado, manifestó con posterioridad al desenlace que en el 8° round había tenido intención de arrojar la toalla, pero Delgado se había opuesto resueltamente diciéndole: “si hacés eso dejo a Boyguro y te muelo los huesos. No quiero apresurar la pelea porque la tengo ganada. Recién al 10° round voy a apurar el trabajo para ponerlo k.o.”

En la editorial de “La Mañana” se comentó lo siguiente: LA DEGRADACION DEL DEPORTE. El Paraná ha presenciado el espectáculo más brutal por su desarrollo y por sus dolorosas consecuencias.
A medida que veíamos aquellos dos hombres bestializados y sentíamos que la multitud enardecida los azuzaba, como a lebreles furiosos a una lucha sin perdón y sin tregua, desfilaban a nuestros ojos las escenas de aquella antigüedad caduca, que pedía a sus tiranos pan y circo para saciar los apetitos que la corrupción y la decadencia sustituyen a los nobles ideales del espíritu.
Es esta la pendiente que conduce a la degradación, que el pueblo de Paraná presenció entre gritos, entre alaridos de estímulo para la lucha y aplausos para el triunfador enfurecido. Ya no es la máxima que nos obliga a conservar una mente sana en un cuerpo sano la que nos atrae a espectáculos dignificadores, en que el deportista enseña las líneas hermosas de su talla hermosa y escultural, como resultado de una labor equilibrada para hacer más bella la figura humana en vez de dejarla que se acerque más a los rasgos ancestrales de sus ascendencia zoológica. La bestia humana domina por completo en la exclamación brutal de ¡pelea! ¡pelea!, con que a cada momento se exalta el amor propio, hasta enceguecer de furia a los combatientes.
Todos somos responsables de la muerte de José Delgado, por que todos nos hemos dejado arrastrar al extremo; los empresarios, en primer término, que han hecho de este deporte un comercio indigno e inmoral, explotando la debilidad colectiva; los promotores que se dedican a bestializar a los hombres para lanzarlos a la lucha; los pugilistas que desnaturalizan la fuerza, la belleza de su cuerpo para entregarla a un tráfico tan infame; las autoridades, que consienten sin reglamentación estos espectáculos de explotación colectiva; el público que los alienta con su concurrencia; la prensa misma, que debemos reconocer, aún imputándonos nuestro propio error, ha sido débil y complaciente en su estímulo equivocado a esto que no constituye un deporte.
Pero aun estamos a tiempo de reaccionar. En primer lugar deben hacerlo las autoridades, prohibiendo estos espectáculos de incultura, en que se comercia indignamente con un deporte  que noblemente dirigido puede ser benéfico para el desarrollo de la raza. La sociedad debe también su repudio a los que explotan las pasiones primitivas del hombre bestializado.
La muerte de José Delgado es una advertencia que debió servir para que las autoridades sin pérdida de tiempo adoptaran medidas enérgicas y prohibieran los espectáculos que se vienen celebrando.
Casualmente encontramos una cláusula en la reciente ordenanza sancionada por la Municipalidad de Buenos Aires, que autoriza a la comisión de boxeo a suspender la pelea en que hay ensañamiento o brutalidad.
 La pelea entre Boyguro y Delgado tuvo esas características. Exenta de toda técnica, ausente toda regla académica fue una riña vulgar, que lo mismo pudo celebrarse en un teatro como en una pulpería. Aquellos dos hombres pelearon largo tiempo sin sentido y mucho antes de terminar el combate con la caída de Delgado debió suspenderse para evitar sus consecuencias y ahorrar al Paraná el espectáculo repugnante que ha presenciado.
 Pero no hubo en el público una reacción que pusiera fin a aquel espectáculo degradante para la dignidad humana. Esperamos que la dolorosa lección sea provechosa aunque tardía.

También se hizo eco del triste desenlace el diario “Nueva Época” de Santa Fe, que en un suelto comentó lo siguiente: “Civilización o Barbarie. Durante ocho períodos, que en extraño lenguaje denomínanse round, se sopapearon ambos con una gracia admirable, arrancando las calurosas ovaciones de una entusiasta multitud, que acostumbrada a una especie de cuento del tío que se llama tongo, no cabía en sí de gozo al ver que las trompadas eran auténticas.
Sonó el gong que suele ser un vulgar pito de vigilante y comenzó el noveno round. A los pocos segundos, uno de los contendientes recibió una feroz trompada y rodó por el tablado.  El señor que hace de juez contó en voz alta hasta diez y pudo seguir contando hasta mil, pues el caído no se tomó el trabajo de interrumpirle, postrado completamente.
Se levantó el brazo del vencedor, y el vencido fue auxiliado por sus segundos hasta entregarlo a las hermanas del Hospital que apenas si tuvieron tiempo de aprestarle una mortaja. Posiblemente el público numeroso que aplaudía a rabiar anteanoche los golpes dados y recibidos por los luchadores, no acompañará ni al puerto el cadáver del vencido.
La civilización tiene frutos inesperados. Para producirlos le basta arrancar al bueno sus enseñanzas  convirtiéndolas en motivo de placer. Lo que sólo se propició para defensa personal, se trocó en espectáculo, vale decir en barbarie.
Esa magna ovación tributada al vencedor sobre el ring de Paraná erguido junto al cadáver o poco menos, es de una significación trágica y trasunta a las mil maravillas la cultura de que tanto nos enorgullecemos. Civilización o barbarie parecen vocablos inseparables todavía para el hombre”.

Es interesante rescatar otro editorial de “La Mañana” publicado días después, ya que grafica la realidad de la actividad deportiva de entonces: Ecos de la Trágica Muerte del Pugilista Delgado. El fatal accidente ha tocado lo más vital de lección deportiva pues es general el desencanto por el deporte. El suceso, si bien es lamentable, servirá de lección deportiva pues de el ha de surgir esa convicción de que todo ejercicio es peligroso cuando se le practica brutalmente.
En Paraná como en todas partes los deportes van degradándose paulatinamente, proporcionando espectáculos desdeñosos que salen de la corriente en que deben ser encausados para que surtan el efecto que se persigue con ellos.
El football, sobre todo, ofrece mucho campo para los excesos. Casi semanalmente se lamentan sucesos en que va comprometida la salud de los deportistas o se afecta la cultura de la sociedad en que vivimos. La brutalidad en el juego, las venganzas en el field o las agresiones con los referees o los jugadores, son cosas corrientes en este footballismo que progresa retrocediendo hacia tiempos primitivos, cuando la razón  o la habilidad eran suplidos por la honda y el silex.
Al público también pertenece gran suma de responsabilidad en estos espectáculos. Tocado por las influencias del pasionismo irrespetuoso del impulso sano del deporte, hacen del field, de las pistas o de los locales, un campo propicio para el desborde de sentimientos contrarios a la humanidad.
Provocan, azuzan, intrigan, o insultan a los deportistas, para que éstos, afectados en su amor propio, pierdan la serenidad y se entreguen a la correntada de las violencias olvidándose de sí mismo, del deporte, de la cultura y hasta de la tranquilidad de los hogares.
El mal es grave y merece ser contemplado antes que por los cultores y aficionados al deporte, por los padres, nadie más que éstos ejercen influencia sobre los hijos y están en el deber de exigirles consideración por la familia, porque aquellos se deben a ésta.
Ojalá que el suceso encuentre saludable resonancia en nuestros círculos y que los deportistas tomen ejemplo, para practicar los ejercicios en lo sucesivo con toda serenidad y nobleza de ánimo”.

La Federación Argentina de Box se hizo eco desde Buenos Aires de lo acontecido y envió como delegado a Paraná al celebrado atleta Enrique A. “Quique” Thompson, reciente campeón latinoamericano de 400 metros con valla, quién también era el Secretario de la Federación Argentina de Natación, para que gestione la adhesión de los clubes de boxeo, adoptando las medidas necesarias para dicho fin.

Es bueno rescatar la opinión basada en la ley vigente en aquel tiempo respecto al suceso ocurrido. El dilema era si se debía castigar a Eloy Boyguro desde la justicia criminal. Sobre este tema “La Mañana” tuvo la siguiente posición: “Requerida por nosotros la opinión de un letrado sobre el grado de responsabilidad penal del boxeador Eloy Boyguro con respecto a su match con Delgado y a la muerte del mismo como una consecuencia más o menos mediata de este encuentro  deportivo tan tristemente epilogado, no manifiesta categóricamente su opinión afirmando que Boyguro no puede ser pasible de penalidad alguna.
La única duda que podría suscitarse es encarando el caso bajo el punto de vista de un homicidio por imprudencia, desde que descartada lisa y llanamente la voluntad criminal, debe ir la imputabilidad a basarse en los elementos de la culpa o imprudencia que constituyen el fundamento de la responsabilidad en estos casos.
Nuestro interrogado entiende - ya particularizándose con el desarrollo del match del sábado – que éste se desenvolvió dentro de las prácticas reglamentarias del boxeo y perfectamente fiscalizado por un juez que interviene con sanciones en cualquier momento en que un luchador apela a los golpes prohibidos. Los golpes prohibidos lo son precisamente en cuanto pueden constituir un daño serio a la salud de los contendores o en cuanto ellos exponen falta de caballerosidad en la lucha aprovechándose de situaciones desiguales.
Boyguro hizo su lucha sin observación alguna por parte del referee y limitada ésta a un continuo cambio de golpes su finalidad bien ostensible fue la de abatir las fuerzas del adversario y no principalmente  la de marcar puntos para obtener el triunfo. La gran energía férrea y admirable fortaleza moral de Delgado excluían la más remota posibilidad de prever lo que desgraciadamente pasó y su manera de caer no puede vincularse a los actos de Boyguro empeñado en buscar el knock-out en la forma usual por aplicación de golpes de gran fuerza.
Por otra parte cada boxeador actúa bajo la tutela de sus segundos quienes pueden y deben impedir la lucha cuando ya la situación sea de manifiesta inferioridad. Imputar un descuido de esta naturaleza al boxeador adversario está fuera de toda lógica, ya que él tiene función bien determinada: vencer, y mientras el adversario no se declare vencido la lucha continúa.
La mala condición de salud de Delgado, que ha descubierto la pericia médica – como casual determinante de su fallecimiento – ubican la imprudencia de parte de él y de quienes pudieran conocerla.
Si el chaufeur que conduce a su máquina con la velocidad que le marcan los reglamentos del tráfico, está exento de pena cuando atropella alguna persona por virtud de actos imprudentes cometidos por la misma que lo inhabilitaran para toda maniobra ¿cómo puede castigarse a Boyguro que actuó dentro de una lucha reglamentada, perfectamente fiscalizada y sin excederse en sus actos?
Aparte de estas consideraciones podrían hacerse muchas, respecto a la situación particular de Boyguro que peleó estando groggy casi desde el principio y que se sostuvo merced a ese instinto de la lucha que permite actuar largamente en plena inconsciencia”.

Eloy Boyguro recobró la libertad el jueves 14 de febrero, ante la interposición de un recurso de su abogado defensor, doctor Ramón C. Ferreyra, acogiendo al su defendido a los beneficios de la Ley 2.773 vigente, para gozar de la libertad condicional, hasta que el caso se resolviese.
Eloy Boyguro casó en Paraná el 7 de julio de 1924 con Basilia Blanco.

INICIO DEL BOXEO EN PARANÁ

Pese a las características de los ingleses radicados en Paraná, se dio un singular enfrentamiento protagonizado por súbditos de esa nacionalidad, en un “desafío de box” realizado en la noche del 31 de julio de 1903, entre las 8:15 y 8:30 de la noche.
“Después  de una reñida lucha, que hacía entrever dudoso el triunfo, pues ambos contrincantes luchaban con denuedo y entereza, concurrieron varios agentes de la Sección 1ra. quiénes hicieron apaciguar el ánimo a los luchadores. Este espectáculo, poco común entre nosotros, fue presenciado por numerosas personas”.

De esta forma se iniciaba la práctica de este rudo deporte en Paraná, que no fue feliz a lo largo de más de un siglo, salvo la época que puede llamarse de esplendor desde la aparición de Luis Ángel Firpo en Buenos Aires que popularizó el mismo e incentivó su práctica en forma notoria en todo el país. De cualquier manera hubo desde sus comienzos una mala experiencia respecto a la práctica del mismo.

Luego del primer enfrentamiento boxístico, suspendido por la acción policial, pasaron tres años para reiniciar la actividad ante el público lugareño. Para el domingo 19 de junio de 1906 se organizó un combate en el local de calle Perú, esquina Comercio, entre Ángel Milne y Gerónimo Vuscovich, “en el que ambos sportman harán galas de las más rotundas contundencias. El público debe ir dispuesto a presenciar un “truqueada” con sus correspondientes consecuencias, pues, según el entrenaje de los que descenderán a la pista, no se trata de una simple simulación sino de un positivismo neto. Los amantes, pues, de esta clase de sport se darán cita en el local antedicho”.

Algo relacionado con este deporte fue el desafío público realizado por el italiano Miguel Masera y el uruguayo Pedro Rolandi, ambos campeones de lucha greco – romana, quienes lanzaron el reto a quien se atreviera a enfrentarlos, para lo cual deberían enviar un carta de aceptación para concretar la lucha al salón teatro de la Sociedad Italiana, ubicado en calle Monte Caseros (posteriormente estuvo allí el Cine Rex).

La anterior referencia a lo poco feliz que fue la práctica del boxeo tiene una primera confirmación en la actividad extra que realizaba Vuscovich en los ratos libres. Producto de sus andanzas fue baleado en sus piernas cuando intentó robar cargas de un tren en Estación Seguí, por lo cual fue trasladado al Hospital Municipal para ser atendido en calidad de preso, según se desprende de un informe policial de la época. Las andanzas continuaron y en un hecho sangriento terminó la vida del boxeador Vuscovich. Fue hacia fines de 1908; una crónica policial consignaba en un suelto el siguiente titular: Hecho Sangriento. Fin del Boxeador. Casi estaríamos por decir que la aparcería policial ha conducido a Gerónimo Vuscovich (a) “El Boxeador”, al trágico fin que ha tenido el viernes último su zarandeada existencia, pero quédesenos tal pensamiento en la entretela laboral.
   La muerte de Vuscovich es una consecuencia lógica de su manera de vivir. Carácter camorrista, un día había de encontrar quién lo liquidara en forma sangrienta, librando a la sociedad de un elemento amorfo y peligroso. Es que aún no están bien aclaradas, razón por la cual nos abstenemos de entrar en detalles del suceso.
   Basta decir que el drama se desarrolló en el Distrito Quebracho, en las proximidades de una casa de comercio, donde poco antes Vuscovich había sostenido una discusión con Desiderio Orsuza y Pedro ó Juan Larralde.
   Vuscovich era acompañado de Metán Dorado y al retirarse con éste en el birloche, desafiados o seguidos sin desafío por Orsuza y Larralde se trabaron en lucha en el campo, de la cual resultaron muertos el dicho Vuscovich y  Orsuza. No conocemos más detalles precisos del hecho hasta el momento en que trazamos estas líneas. El Comisario Bazzano se encuentra en el lugar del hecho, instruyéndose el sumario”.

Más adelante, llegó a la ciudad el dinamarqués Martín Petersen, maestro de esgrima y boxeo, quién se instaló con una academia en el Club Progreso para enseñar el último deporte.

Luego de dos años pareció cobrar mayor auge la práctica del boxeo, razón por la cual apareció la fundación del “Boxing Club Paraná”, con sede en la calle Santiago del Estero N° 135, cuya primera Comisión Directiva estuvo integrado por: Presidente señor Euclides M. Acevedo; Secretario señor Salvador Cohen (O Cohn); Tesorero señor Isauro Piedrabuena. Desde la prensa se hicieron votos por el éxito del mismo porque “siempre y cuando no salga de los límites que debe guardar, es un elemento integrante de la cultura física que tiende a dar robustez y agilidad a las personas y como tal es digno de recomendación”.

En noviembre de 1921 llegó desde Córdoba el profesor de boxeo Napoleón Aguilar para establecerse en la ciudad con un boxing club.

domingo, 18 de marzo de 2012

EL AUTOMOVILISMO EN PARANÁ


HISPANO 1920

Respecto al deporte mecánico mayor la primera carrera que se registra en nuestra provincia es la que se realizó El domingo 24 de abril de 1921 entre Paraná – Victoria – Paraná. Los inscriptos fueron estos: Teniente Ángel Perincioli con Studebacker de 6 cilindros, Agustín Mina con Ford, Senén Albornoz con Ford, Martín  Petersen con Overland 4, los hermanos Liprandi de Victoria con Studebacker 6 cilindros y Luís M. Anadón de la misma ciudad con Ford.
La información respecto a dicha competencia es escasa y se presume que los corredores se encontraron con un camino barroso debido al excesivo tiempo que registró el ganador Gilberto Raffo de Paraná con Ford, que llegó a Victoria con 9 hs. 34’ 44’’, donde se canceló la prueba.
Con la primera experiencia el entusiasmo fue en aumento y con la llegada de la primavera, después de varias postergaciones a causa de la lluvia, el jueves 29 de setiembre se corrió la prueba en el circuito integrado por caminos rurales entre Victoria – Nogoyá – Crespo – Paraná – Diamante – Victoria. La última postergación se dio el domingo 25 debido a lo cual los participantes decidieron realizar la prueba ni bien mejoraran los caminos.
Realizado el sorteo, los competidores quedaron dispuestos de esta manera:
01.- Arturo Aphalos, coche Hispano, de Buenos Aires; 02.- Julio E. Mihura, Dodge, de Victoria; 03.- A. Ring, Ford de Victoria; 04.- Mariano de la Fuente, Packard de Buenos Aires; 05.- E.G. Buschiazzo, CASE de Paraná; 06.- Senén Albornoz, Ford de Paraná; 07.- Nicolás Sendra, Ford de Paraná; 08.- Baldomero Ferrari, Overland 4 de Crespo; 09.- Gilberto Raffo, Studebacker de Paraná.; 10.- Vicente L. Vicari, Dodge de Victoria; 11.- Adam Frank, Ford de Villa Crespo; 12.- Herminio Taddei, Ford de Paraná; 13.- Emilio Icasati, Hudson de Paraná; 14.- Jorge P. Atencio, Dodge de Victoria; 15.- Luís M. Anadón, Ford de Victoria; 16.- Aurelio B. Croce, Nash de Viale; 17.- Ángel R. Perincioli, Studebacker 6 de Paraná. Finalmente fueron 18 los coches conscriptos y dejaron de presentarse el Nº 2, un Dodge del señor Julio E., Mihura, de Victoria, el Nº 15, un CASE de E. G. Buschiazzo, de Paraná, el Nº 16, un Nash de Aurelio Croce, de Viale y el Nº 17 un Studebacker, del teniente Perincioli. 
La intensa expectativa que había despertado esta prueba automovilística se reveló por la gran cantidad de curiosos que se agolparon frente a las pizarras de los diarios de la época, desde donde se anunciaban con bombas de estruendo la llegada de noticias vía telegráfica, cuyo optimización había sido dispuesta por el director de este servicio público, señor Goncebat, secundado por el jefe del telégrafo señor Vera.
De acuerdo al sorteo realizado 15 días antes, la salida del primer coche desde las cercanías del Puente Urquiza y del campo de los hermanos Vivanco de Victoria, se produjo a las 6:30 de la mañana, habiéndose postergado la largada unos 30’ debido a la intensa niebla reinante, con la continuidad de los demás coches cada 5 minutos. Se habían incorporado para correr a último momento A. Tocchi con Ford, Francisco Arza con Ford y M. Caraballo con Studebacker. 
DODGE 1920

Durante la prueba hubo varios accidentes, sin mayores consecuencias. El Dr. Icasati sufrió la rotura de una rueda antes de llegar a Nogoyá, la que pudo reemplazar luego de 10 minutos de trabajo. Senén Albornoz tumbó el coche en Crespo al rompérsele la dirección, la que cambió para poder continuar la carrera. A la altura de Valle María tuvo que desertar el Dr. Icasati debido a la rotura de las cubiertas. Otros dos coches tumbaron al llegar a Diamante, sin consecuencias que lamentar.
En el puente “Victoria”, donde estaba el punto de llegada, para las 10:30 horas ya estaba congregada una verdadera multitud. Allí se había alzado una tribuna para el jurado y los jueces de llegada, donde se había instalado un teléfono, donde se recibían desde la oficina del telégrafo provincia, las comunicaciones de las comisiones de control establecidas en las diferentes ciudades del circuito.
En dicha  la tribuna se habían ubicado los señores Federico Ravina, Presidente de la Comisión de Carreras, el Dr. Francisco Alfredo Kade, Dr. A. Mundani, Alberto F. Allende, Nicasio Basaldúa, Alfredo Kade (delegado del A.C.A.), el Dr. J. Savino, Dr. Pedro Radío, Dr. López, Coronel Julián Cáseres, Manuel Fernández Gotilla, Dr. Carlos Vivanco, Manuel Leiva, Dr.  Ángel L. Gil, Domingo Cúneo, etc. La Banda Municipal bajo la dirección del maestro Calella, procuraba engañar la impaciencia del público, con los más entretenidos trozos de su repertorio. Recién a las 11 hs.29’53’’ se divisó en la loma más cercana la silueta del primer coche, que resultó ser el Ford de Ring, quién fue recibido con vítores y aplausos.
La velocidad promedio fue de 63 km. por hora,  habiéndose alcanzado en algunos tramos entre 80 y 100 km. por hora. Uno de los coches favoritos, el Packard de Mariano de la Fuente, llegó a la meta remolcado por un carro, con el eje principal torcido. 
De acuerdo a la planilla oficial entregada por la Comisión de Carrera, fue ganador de la competencia Vicente L. Vicari, acompañado por Pedro Mazetti, de Victoria, con Dodge, en 4 hs.39’10’’, adjudicándose los 3.000 pesos de premio, además de una copa de plata donada por el Touring Club Argentino, una medalla de oro para el acompañante y una plaqueta de oro (premio especial donado por el Automóvil Club Argentino). Segundo clasificó Francisco Arza (A. Ring), acompañado por David Jacob, con Ford, en un tiempo de 4 hs. 49’ 53’’, a quienes les correspondieron los 1.500 pesos de premio, un objeto de arte donado por el Ministerio de Marina de la Nación y una medalla de vermeil para el acompañante y tercero entró el coche Studebacker N° 9 de Gilberto Raffo, acompañado por Bogado de Paraná, con un tiempo de 4 hs. 52’ 22 ½’’, adjudicándose 500 pesos, un objeto de arte de la Sociedad Sportiva Victoria y una medalla de vermeil para el acompañante.  Hubo también un premio especial para el victoriense Jorge Atencio y su acompañante Schiliro, quienes compitieron con Dodge en un  tiempo de 4 hs, 52’ 44’’, en el cuarto lugar.
Los premios previstos para las distintas etapas fueron asignados de la siguiente manera:
Primera etapa, Victoria – Nogoyá, 45 km,  ganada por Pedro Mazetti en 46’25’’, a quién le correspondió una copa de plata donada por la Asociación Importadora de neumáticos de Buenos Aires.
Segunda etapa, Nogoyá – Paraná, 105 km., ganada por Pedro Mazetti en 1h.50’35’’ y le correspondió un velocímetro donado por los señores Williams Cooper y Nepheurs de Buenos Aires.
Tercera etapa, Paraná – Diamante, 36 km., ganada por Gilberto Raffo, Arosa y Atencio, empatando en 37’, con un premio consistente en una copa de plata donada por la Casa de Tabacos Piccardo, un reloj de plata de la misma casa y un generador dela Casa Ring.
Cuarta etapa, Diamante – Victoria, 81 km. ganada por Arosa en 1 h.22’52’’ y con un premio de cinco cajas de nafta donada por la West Indian Oil C., 6 bujías donadas por la Casa Rect y Lheman de Buenos Aires.
Dichos premios fueron entregados en los salones de la Municipalidad de Victoria. En dicho acto dirigió la palabra el Presidente de la Comisión de Carrera, intendente Sr. Federico A. Ravina, quién felicitó a los ganadores y agradeció el realce que le habían dado a la competencia los delegados del Automóvil Club de Buenos Aires, como así también por la presencia de los experimentados corredores porteños Mariano de la Fuente, Pedro Motta, Raúl Baséis y Arturo A. Aphalo. En esa ocasión quedó constituido el Automóvil Club de Victoria, cuya presidencia ocupó el mencionado intendente, al ser proclamado por los socios fundadores y honorarios.
El resto clasificó de la siguiente manera:
5° el N° 11, el Ford de Frank, con 5 hs.6’45’’; 06° el Ford de Sendra con 5 hs. 43’53’’; 7° el N° 12, Ford de Taddei,  con 6 hs.1’20’’; 8° el N° 18 Studebacker de Liprandi con 6 hs.51’; 9° el N° 15, Ford de Luís Anadón en 7 hs.2’15’’ y 10° el Hispano Suizo N° 01 de Aphalo en 8 hs.43’51’’. 
Al finalizar la dura competencia se pudo escuchar las expresiones de los principales clasificados acerca de los incidentes del raid. A. Ring manifestó: “Incidente, ninguno me ha ocurrido, fuera del velocímetro que se me descompuso antes de llegar a Paraná; vengo como he salido de Victoria, con todas  mis gomas y ruedas sanas, sanos también yo y mi compañero. Corría con entusiasmo, pues veía cerca de mí al Packard que había salido  tan sólo 5´ después de nosotros. Me encontré  varias veces con ese Packard. En el trayecto de Nogoyá a Paraná nos dio miedo; iba como balazo, por lo menos a 120 km. por hora. Pero antes del control de Paraná lo encontré parado y no dejó de despertarse nuevamente mi entusiasmo. Los caminos en general excelentes sobre todo de Diamante a Victoria. Bastante pesada la carretera entre Victoria y Nogoyá”.
Luego de arribar el victoriense Vicari con su Dodge N° 10, conducido por P. Mazetti, con su inconfundible camiseta roja, éste manifestaba: “En el camino no me ha pasado nada malo; pero aquí casi me ahorcan”. Y continuaba: “No me ha pasado nada malo, ya que me dicen que salgo vencedor. He tenido que pararme cinco y seis veces, de las cuales dos por el tren.  Se me han reventado dos gomas, la caja del coche la ven como está, toda abollada, será quizás por la zanja en que me he metido y de la cual pudimos salir. A las cuatro leguas de salir, tenía alcanzado al terrible Packard, a las cinco leguas tenía sobre él una ventaja de 3´”.
Gilberto Raffo, que había ganado la anterior prueba Paraná – Victoria – Paraná, manifestó al arribar: “Debo decirles que empecé a correr con poco entusiasmo. Pero cuando vi que el Packard - pues para todos ese Packard era el  gran adversario - cuando vi que el Packard aflojaba se me entró el entusiasmo y heme aquí bastante ligero, me parece, a pesar de haber tenido una rueda rota y dos bujías fuera de servicio antes de llegar a Nogoyá. De la dirección se me ha perdido también un tornillo y tuve que sujetarla con una correa. Aunque algo díscola, me ha obedecido bastante bien”.
Jorge Atencio expresó a su llegada: “Vengo desde Crespo, puedo decir, sin volante, pues se me ha torcido la dirección. Cerca de Las Delicias se me volcó el coche, no sé por que inconveniente. Gracias a Dios no sufrí ninguna lesión; únicamente el choque que me arrojó al asiento de mi compañero y éste pasó al mío. En Nogoyá tuve que cambiar una bujía, otra en Ramírez; tuve que tirar inutilizadas dos ruedas traseras; las que he dejado por ahí. En Pintos tuve que detenerme para echar aceite y nafta a mi máquina. Estorbos en ninguna parte y en todas partes estímulos y caras irradiando simpatías”. 
Para continuar con el espectáculo automovilístico de ruta, se programó un desafío por 1.000 pesos entre los corredores Martín Petersen, con Overland de 25 HP y Gilberto Raffo, con Studebacker de 60 HP, en el tramo de aproximadamente 75 kilómetros, desde el pueblo de Ramírez hasta el Puente Iribarren de Paraná (actual puente del ferrocarril en Avda. Las Américas). Para ello se designó jurado al Dr. Emilio Icasatti (por Petersen) y al señor E. Sucarrat (por Raffo), habiéndose programado la salida desde Ramírez entre las 13 y 14 horas, con diferencia de 4’ entre uno y otro. Hubo gran cantidad de aficionados, tanto de la capital como del interior de la provincia, que mostraron su interés por esta prueba, realizando interesantes apuestas.
FORD T 1920

Lamentablemente la carrera no pudo realizarse por problemas mecánicas acusados en la máquina de Petersen. La expectativa era enorme, notándose una hilera interminable de coches y carruajes que iban desde el Puente Iribarren hasta la Escuela Alberdi. Los que no tenían coches, autos y carros, se trasladaron simplemente a pie, formando caravanas interminables, mezclados entre los modestos carros de lecheros y verduleros, que también se dieron cita para este extraordinario evento deportivo.
En aquella oportunidad no faltaron las apuestas y las acaloradas discusiones respecto a la pericia de cada corredor. De cuando en cuando algunos jóvenes alegres se divertían lanzando a toda velocidad a sus automóviles, con el propósito encubierto de llenar de polvo a los que estaban contra el viento que soplaba del este. Cerca de las 3 de la tarde comenzó a caer una leve garúa, que causó cierta alarma. Pero poco a poco la inquietud comenzó a ser mayor, para transformarse en impaciencia, que se materializaba en protestas chabacanas y burlonas. Hasta que, por fin, desde un auto que llegó desde la Escuela Alberdi se anunció la deserción de Petersen y todos comenzaron a regresar a la ciudad, en una nube de tierra que cubría todo. “Los coches al trote tendido de los caballos trataban de escapar de los automóviles que venían levantando en todo el camino densas nubes de tierra, bajo lo cual desaparecían peatones, coches y autos. Fue aquello el desierto de Sahara en el momento de un vendaval. Se nos ha informado que la carrera se realizará el próximo domingo para cuya fecha el coche de Petersen estará en condiciones de efectuar la prueba”.
En relación a esta carrera que fue suspendida por los inconvenientes ya apuntados, el señor Martín Petersen, se dirigió a “La Acción” para que le publicaran la siguiente nota: “Paraná 25 de octubre de 1921. Señor Director de La Acción. Presente. Habiendo llegado a mis oídos diferentes y muchas interpretaciones con respecto al final de la carrera de automóviles que hube de sostener con el señor Raffo quiero dar por intermedio de la presente una pequeña aclaración para mis simpatizantes y el público en general.
Según nuestro contacto la carrera debía largarse entre la 13 y 14 horas; yo había comunicado a mis amigos que iría para largar la carrera a las 14 horas, motivo por el cual me quedé para almorzar en Crespo y trasladarme a Ramírez para la hora antes dicha. Ahora bien, por cualquier circunstancia o por diferencia de relojes, dicen, llegué 4´ después pero nunca a las 15´ como asegura el señor Raffo en su erróneo reportaje.
También me ha extrañado sobremanera el hecho de que demostraba tanto interés por la carrera, cuando sólo trató de cobrar el depósito sin tramitar nunca una nueva carrera, que era el final a que en mi concepto debíamos llegar en nuestra contienda.
Lo que quiero dejar a salvo es lo siguiente: Que una vez llegado a Ramírez me trasladé a la casa del señor Scioli para proveer de agua a mi motor, y al ir a presentarme a la raya, sufrí la rotura de la maza de una rueda trasera lo que no pudo ser previsto, ni por mí, ni por persona alguna, único motivo por el cual no se corrió la  carrera.
Otra cosa que me llama poderosamente la atención en el referido reportaje es que, dice, pensaba hacer una espléndida carrera porque su motor le respondía admirablemente, cuando se podría demostrarle con muchísimos testigos que su motor le fallaba muy marcadamente a pesar de su técnica preparación.
Por la noche desafié a su propietario para realizar la misma carrera por el mismo importe, o por el doble o simplemente por un cordero, pues yo deseaba cumplir con el público.
Luego le propuse correr cuatro carreras 1º.- con el Ford del señor Taddei pidiéndole 5´ de ventaja. 2º.- Con el coche del contrato que teníamos antes suscripto. 3º.- Con el Dodge que corrió el señor Mazetti en el circuito Victoria-Nogoyá- Paraná- Diamante-Victoria y la 4ta. con el Hudson del Dr. Icasati y como no he tenido respuesta dejo el desafío en suspenso por si alguno se sus partidarios quiere hacerse eco de él. Martín Petersen”. 
El domingo 29 de abril de 1923 se corrió en el circuito Paraná – Seguí – Crespo – Paraná, dando tres vueltas a dicho circuito, en una distancia total de 390 km. Resultó ganador de dicha pruebas Senén Albornoz con 4 hs. 24’ y 16’’, a 73,273 km por hora de promedio, con un vehículo “Essex”, aceite “Valvoline”, nafta “Wico” y cubiertas “Good Year”. En segundo lugar resultó Ángel Pirincioli con 5 hs, 38’ y 34’’ 3/5 y tercero Florentino Niemez en 7 hs., 48’ y 04’’.

OTRAS CARRERAS DE MOTOS

No se puede precisar la razón por la que al año siguiente la actividad del motociclismo fue casi nula. Recién para el 23 de setiembre se organizó una excursión organizada por el Moto Club Paraná. Al respecto un suelto de prensa comentó lo siguiente: “Como se recordará el Moto Club Paraná se consideraba ya desaparecido y por el imperio de varios de sus antiguos socios han venido a levantarlo, siendo esta excursión su primera fiesta deportiva”. 
Para el año siguiente se comenzó con la organización de una prueba denominada Campeonato Entrerriano de Carretera programada para el 3 de febrero en el Circuito del Este, siendo su recorrido de 15 km. que los corredores deberían hacer 15 veces, es decir, cubrir 150 Km. La largada estaba prevista desde Los Corrales de Abasto, pasando por la Colonia “3 de Febrero” y regresando por el camino de Paraná a Seguí, la actual Ruta Nacional N° 18.
La fecha hubo de postergarse por la lluvia para el domingo siguiente. Aquel día se encontraron a las 5 y 30 de la mañana en Los Corrales la comisión de carreras, los corredores y numerosos aficionados a este deporte. Una vez distribuidos los controles, se comenzó a dar la partida a los competidores con un minuto de diferencia entre cada uno y en este orden: Senén Albornoz, A. Piaggio, Amadeo Molinari, S. Carabajal, J. Lamaz.
“A pocas cuadras del lugar de partida el corredor Senén Albornoz se encontró con el camino obstruido por un animal vacuno, siendo imposible desviar la máquina por la gran velocidad que llevaba, haciendo únicamente parar el motor y echar los frenos, pero ello no fue suficiente pues Albornoz atropelló al animal quedando adherido en la horquilla delantera restos de pelos y cuero de la vaca, tal que Albornoz rodó a gran distancia debido a la violencia del choque que lo despidió de la motocicleta cayendo inanimado, alarmando a las personas que se encontraban cerca del lugar del accidente.
Los controles y personas que presenciaban la prueba corrieron a auxiliar a Albornoz el que encontraron presa de un desmayo y encima de él la máquina asentada sobre el pie derecho, completamente destrozadas en el frente. Albornoz no presentaba lesiones exteriores, siendo imposible encontrar un médico. Los demás corredores de común acuerdo resolvieron suspender el torneo motociclista en homenaje al compañero caído, haciéndose así y dejándola para una fecha próxima.
El sábado a las 9 a.m. Senén Albornoz en una recorrida que hizo en el trayecto donde debía correr la carrera pidió a los dueños de perros y otros animales caseros que los ataran para evitar una desgracia, por lo visto no todos accedieron al pedido del joven Senén Albornoz. Después de prodigarse los primeros auxilios, Albornoz fue conducido en el automóvil del señor Turina. Actualmente el corredor se encuentra bien.

CARRERAS DE MOTOS EN 1916

La temporada de ese año comenzó con buenas competencias organizadas por el Club Ciclista Paraná en la Plaza de Ejercicios Físicos para el 20 de febrero por la disputa del Brazal de Velocidad. En esa oportunidad la comisión fiscalizadora estuvo integrada por: jueces de largada y llegada Nazario Padula y Juan S. Severioni. Cronometrista Pascual Laporte y Francisco C. Moreno. Apuntadores José Francisco Sors, Augusto Bergamaschi y Juan Morichetti. Comisarios de virajes Rafael Arengo, Isidoro Rossi, Luís Moia, Domingo Bersano, Isidoro Cagnani, Jaime Benmuyal, Torcuato Mari y José Sauthier. Comisario general Luís Del Mestre.
Los resultados de dicha competencia fueron los siguientes:

Brazal de Velocidad para 3 ½ HP. 1° Isidoro Almeida con Harley Davinson en 7’ 38’’. 2° Juan Duclá con N.L.G. en 7’ 39’’.para el Brazal Entrerriano de Velocidad, fuerza libre resultó ganador Senén Albornoz con Indian de 7 HP en 7’ 21’’, 2° Isidoro Almeida con Harley Davinson de 3 ½ HP en 7’ 30’’ y tercero Amadeo Molinari con Indian de 7 HP en 8’10’’. 
Dos semanas más tarde se realizó en el mismo lugar el Brazal Entrerriano de Velocidad, que se disputaba mensualmente.  Dichas competencias reservadas para las categoría libre y de 3 ½ HP, se corrieron a 15 vueltas al circuito, es decir, 11.000 metros y la entrada general costó 20 centavos, con entrada libre a señoras y señoritas. Dicho torneo fue encabezado en febrero por el corredor Senén Albornoz.
También el Club Ciclista Belgrano organizó para el domingo 9 de abril varias competencias en la Plaza de Ejercicios Físicos. La comisión de carreras estuvo integrada en esa oportunidad por: Juez de largada y llegada Matías Osinalde y Juan Leveoni; cronometrista Pascual Laporte; apuntadores Domingo Berzano y Amadeo Molinari; comisario general Luís Delmestre; comisarios de virajes Rafael Arengo, Isidoro Rossi, Isidoro Cagnani, Ricardo Sandiano, Torcuato Mari y José Sauthier. 
Para motocicletas de 3 ½ HP se inscribieron: Pedro Berzano con Indian, Senén A. Albornoz con Indian; Antonio Larrazábal con Indian; Francisco Moreno con Indian; Isidoro Almeida con Harley Davinson; Juan Helena con N.L.G. Para las motocicletas de fuerza libre se anotaron: Senén A. Albornoz con Indian 7 HP; Ángel Piaggio con Indian 7 HP; Pedro Berzano con Indian 3 ½ HP; Isidoro Almeida con Harley Davinson de 3 ½ HP.
El 24 de abril se repitieron las pruebas con los siguientes resultados: en la categoría de 3 ½ HP ganó Senén Albornoz, 2° Juan Peluca y 3° Isidoro Almeida. En fuerza libre triunfó Senén Albornoz, fue segundo Ángel Piaggio y 3° Isidoro Almeida. 
El Club Ciclista Belgrano tuvo una asamblea general el 15 de junio de ese año, en la que se eligieron nuevas autoridades. Resultaron electos: presidente don J. Luís Garramendy; vicepresidente don Miguel David; secretario Domingo Mari; pro secretario Sebastián Segovia; tesorero Ruperto Vergara; pro tesorero José Erbetta; vocales Juan Basavilbaso, Juan Rajme, Alfredo Nux y Alberto Narduzzi.
Por la disputa del mencionado brazal entrerriano se corrió el domingo 30 de julio en el circuito usual con los siguientes resultados:
En la prueba de 3 ½ HP triunfó Senén Albornoz con Indian, seguido de José Carabajal con Harley Davinson y J. Luís Garramendy con Indian. En fuerza libre triunfó Senén Albornoz con Indian de 7 HP, seguido de Antonio Larrazábal con Indian de 7 HP y J. Luís Garramendy con Indian de 3 ½ HP. 
Varios representantes de Paraná viajaron a la ciudad de Rosario, Pcia. De Santa Fe para participar de las pruebas organizadas por el Moto Club Rosario, las que “resultaron excepcionales por su importancia en todo sentido y a tal efecto es justo consignar que pocas veces se ha realizado en la República un torneo como el que nos ocupa, no sólo por las pruebas importantes que constituían en programa, sino porque ha remitido los mejores profesionales del país. De ahí, entonces, el gran interés que despertaron las pruebas durante su desarrollo y el entusiasmo con que el numeroso público que asistió al torneo celebró el triunfo de los vencedores que fueron muy aplaudidos al final de cada carrera. He aquí los resultados de las pruebas: Segunda Carrera para motos hasta 3 ½ HP., a 10 vueltas al circuito, 10.800 metros. 1° Senén A. Albornoz de Paraná con Indian en 16’19’’. Cuarta Carrera, fuerza libre, en 25 vueltas al circuito: 1° Carlos Santiago con Indian. Sexta Carrera, categoría motocicleta con sidecar: 1° Senén Albornoz con M. Díaz en 9’8’’ 1/5”.
El Club Ciclista Belgrano organizó para el domingo 3 de setiembre siguiente la competencia por el Brazal Entrerriano de Velocidad para motos de fuerza libre y de 3 ½  HP. Los señores Mateo Osinalde y Ricardo Sandiano fueron designados como jueces de largada y llegada. Además figuraron como apuntadores Augusto Bergamaschi y Sebastián Segovia; comisario general J. Luís Garamendy; cronometrista Martín Petersen; comisario de virajes Isidoro Almeida y Amadeo Molinari, segundo viraje Isidoro Cagnani y Pedro Aguer; tercer viraje Torcuato Mari y José Sauthier; cuarto viraje Ruperto Bergara y Pedro Berzano. 
En la mencionada competencia realizada en la Plaza de Ejercicios Físicos del Campo Candioti el resultado fue el siguiente: el motos de fuerza libre resultó ganador José Carabajal con Harley Davinson de 7 HP, seguido de Miguel David con N.L.G. de 3 ½ HP, a corta distancia del ganador. Los jóvenes Senén Albornoz y Antonio Carabajal tuvieron que abandonar la prueba debido a una caída que les ocasionó desperfectos en ambos máquinas “y a no dudar que si el joven Senén Albornoz no hubiera sufrido dicha caída hubiera sido vencedor de la prueba”. En motos de 3 ½ HP ganó Senén Albornoz con Indian, seguido de Miguel David con N.L.G..
La actividad mecánica prosiguió el domingo 24 del mismo mes en el Campo Candioti, con pruebas patrocinadas por el Moto Club Paraná. El número más atractivo fue el de sidecar, pudiéndose subir las señoritas que así lo quisieran y además se realizaron carreras de sortijas. La concurrencia fue numerosa. En motos de 3 ½ HP ganó Senén Albornoz, seguido de Pedro Berzano my Luís Garamendy. En motos de fuerza libre triunfó también Senén Albornoz, seguido de Pedro Berzano y Juan de Luca. 
La prueba departamental más importante realizada hasta entonces fue la que se llevó a cabo el domingo 22 de octubre de dicho año, preparada para sidecar en un circuito que unió Paraná, Seguí, Crespo y Paraná. Estaban inscriptos cuatro equipos, pero no se presentó a la largada en calle Gualeguaychú a las 8 de la mañana de ese día el sanbenitense Aleardo Vatta,  acompañante de Francisco A. Moreno. La comisión de carrera estuvo integrada por Pascual Laporte como juez de largada y llegada, Julio Sanguinetti como Comisario General, controles en Seguí Gabino Berón, Juan de Lucca y Luís Garamendy (h), José Sandiano e Isidoro Almeida, controles en Crespo León Jaroslavsky y José Erbetta. Esta competencia fue ganada por Senén Albornoz, acompañado por Amadeo Molinari en 2 h. 10’, seguido de Ángel Piaggio con A. Damonte, que hicieron un tiempo de 2h. 55’. A la altura de Espinillo al bajar al paso del arroyo el corredor José Carabajal acompañado por Pedro Berzano, como moto Harley Davinson, sufrió un accidente que le imposibilitó continuar por desperfectos insalvables en la máquina. Los dos que llegaron tuvieron roturas de neumáticos que lograron solucionar, cubriendo el total de la travesía.
Cerrando la activa temporada de 1916 se organizó en el Campo Candioti la carrera por el Brazal Entrerriano de Velocidad, que tuvo los siguientes resultados:
En motos hasta 3 ½ HP: 1° Miguel David; 2° Pedro Berzano, 3° Luís Garamendy. En motos de fuerza libre: 1° Isidoro Almeida; 2° Luís Garamendy. 
Los motociclistas Senén Albornoz y Amadeo Molinari el 14 de diciembre de ese año se embarcaron en el tren (ferry boat) hacia Buenos Aires para participar en la pruebas de motos fuerza libre y de sidecar que se corrieron el domingo 17 de ese mes.
Si bien no hay registros si se realizaron las pruebas de motociclismo programadas en el Hipódromo que se ubicaba en la esquina de calle Nogoyá y Boulevard Alsina (hoy Avda. Ramírez). Allí se acondicionó una pista para correr el “Campeonato de Hora” en motocicleta y otras pruebas como la de sidecar, con la organización del Moto Club Paraná. Inscribieron para esas competencias en la Casa Bergamaschi de Pellegrini N° 8 y Cardú Hermanos en calle 25 de Mayo y 9 de Julio hasta el 4 de enero inclusive.